Una vez aseadas se sazonan por dentro, como es
debido, con sal y pimienta molida
Después se rebujan por harina y se echan a
freir, en una sartén honda con abundante aceite de oliva y una pella de manteca
de cerdo ahumada, hasta que tomen buen color
Entonces se pasan a una olla de barro de boca
ancha y se dejan tranquilas: en la grasilla sobrante se rehogan unos dientes de
ajo mondaos y una ramilla de perejil
Se echa así como un cacillo escaso de agua y
otro de buen vinagre fuerte, unos cascos de cebolla, un poco de orégano, una
hojilla de laurel, unos granos de pimienta reventaos y un par de clavillos de
especia
Se deja que de un hervor y se aparta de la
lumbre: cuando esté frio se vuelca en la olla procurando que lo cubra
completamente
Nota: Se deben comer frias, no
olvidando, como decía Ruperto de Nola, que el mejor bocado de la trucha es el
ocico.
Fuente:
Alfredo Juderías
Pescados y mariscos - 21. - 031